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UN DIARIO DESAFÍO SOBRE RUEDAS

Foto del escritor: Infored.comInfored.com

Ser un taxista es más que ser un simple piloto de un transporte al servicio de la sociedad Guatemalteca, que muchas veces llega a ser ángeles para toda aquella persona que en determinado lugar o momento los necesitan, desde un viaje de emergencia o salvaguardar una vida de los peligros de la delincuencia que actualmente gobierna el país.

El servicio del transporte en la ciudad, al igual que otras actividades económicas, surgió para satisfacer una necesidad de sus habitantes: trasladarse de un lugar a otro ante el crecimiento que la ciudad empezaba registrar y posteriormente a otras localidades de la región.


Amílcar Federico López, taxista con 23 años de servicio en el transporte público, expreso, “Era una necesidad de trasporte. Antes en la ciudad capital, estaban las calles más libres y había más carreras, con menor número de buses urbanos o extraurbanos, por eso la necesidad de los ciudadanos de trasladarse a las comunidades muy lejanas”.


Recordó que uno de los primeros lugares donde se estacionaba era en los alrededores del parque central y estaban pintados de color blanco en su mayoría, siendo los primeros vehículos de ocho cilindros. Incluso recordó que para mejorar el servicio se ubicaban en lugares estratégicos para dar un servicio.


Al principio el servicio era muy barato, pues el viaje se cobrara con un valor bastante cómodo y accesible para toda persona ya que el precio de la gasolina que en ese entonces era muy barata a diferencia de la actualidad.


Hoy apenas veinticinco años después vemos en las calles taxis, mototaxis, etcétera, como algo normal y corriente. Se estiman unos ocho mil quinientos taxis en la Ciudad de Guatemala los que generan empleos directos e indirectos, pero más importantes aun, oportunidades de transporte que antes no existían.


En sus casi tres décadas de trabajo frente al volante, Amílcar López ha vivido diversas experiencias. Entre las anécdotas que recuerda destaca la siguiente:


“Una ocasión llevé a un niño de 12 años muy grave al Hospital San Juan de Dios; veníamos de la zona 18, de camino me hice aproximadamente 30 minutos, nomas llegamos e inmediatamente se internó, lo subieron su papá y su tío, yo me quede esperando, y dije ‘a lo mejor ya ni me pagan’; pero ¿qué cree? regresaron y me pagaron”.


Al paso del tiempo se me olvido ese viaje, pero 6 años después, un día me llamo el papá de aquel niño para un viaje, en ese momento no recordaba bien quien era pero viaje es viaje, así que fui y para mi sorpresa los papas de aquel niño me presentaron al joven 18 años de edad, al presentármelo le dijeron: "Gracias a dios, a los médicos y a este señor estás vivo, hijo".

Carlos Morán también recuerda algunas anécdotas que le tocó vivir en sus casi dos décadas como taxista; una de ellas es cuando, sin saberlo, trasladó el cadáver de una niña al municipio de Sanarate, departamento de El Progreso.


“Me llamaron del hospital y salió una pareja con una cajita en sus brazos y me pidieron llevarlos a Sanarate. En el camino había un retén, pero los elementos no me detuvieron. Al llegar al Progreso la señora empezó a llorar: llevaba a su bebé muerto. Nos enfrentamos a problemas, no sabemos muchas veces qué transportamos”, dijo.


Carlos asegura que hace años la ciudad capital era un lugar muy tranquilo, aunque había algunas colonias peligrosas como la Amparo, Granizo de la zona siete, la Maya, el Limón en zona 18 y Villa Lobos I y II en zona 12, pero ahora el tema se ha vuelto más complicado, ya que aumento la delincuencia en todos lados.

Con él coincide René López, quien asegura que con el paso de los años se ha vuelto más difícil la situación para los trabajadores del volante, no sólo por la inseguridad que se vive actualmente, sino también por el incremento de los taxis, tanto legales como "piratas" que circulan en la ciudad.


René expresa, una anécdota que nunca en la vida podrá olvidar, “antes de ser taxista fue asistente médico, lo cual le ayudo mucho en un viaje ya que transportaba a una pasajera a punto de dar a luz, pero por la congestión vehicular la misma tuvo que entrar en labor de parto en plena via publica, atendiendo el nacimiento dentro de mi taxi”.


No olvidare el rostro de los transeúntes como de las personas que evidenciaron el nacimiento, al paso de los días la familia me llamo para que asistiera a una reunión en su casa para agradecerme el servicio que brinde más halla de ser un simple ciudadano guatemalteco.


Es una de las experiencias más confortantes que le dejo de experiencia el poder manejar una unidad de transporte, pero no todo fue siempre bueno ya que varias veces sufrió de asaltos con arma de fuego hasta el robo de la unidad y una agresión verbal y física, algo que no le desea a nadie.


Por lo que ser taxista está dejando de ser negocio, rentable para sobrevivir en Guatemala.

En efecto, a partir del año pasado se registró un incremento explosivo en el número de unidades ya que aparecieron los ahora conocidos UBER; los cuales también prestan el mismo servicio con mayor seguridad para los usuarios como los conductores.


Pero también se han registrado otros cambios como los incrementos en el costo del pasaje, derivado de los costos de la gasolina y la competencia en los servicios y hasta el ingreso de las mujeres a una actividad que durante décadas se consideró que estaba reservada exclusivamente para los varones.


Éste es el caso de Amparo Morán, quien hace ocho años empezó a trabajar como taxista, lo que no ha resultado fácil porque aún prevalecen actitudes "machistas" tanto entre los trabajadores del volante como en la sociedad, por lo que ha tenido que enfrentar la molestia, la desconfianza y el rechazo de muchas personas.


“Al principio fue muy complicado; no es muy buen visto porque siempre, a lo mejor culturalmente, nos han educado que la mujer tiene que cubrir cierto rol en la sociedad, y no es un trabajo como éste; pero, bueno, con el tiempo me dio gusto que las cosas fueran cambiando”.


“Tenemos que mejorar nuestra visión en mucho, entender que la mujer no sólo es ama de casa, sino también ya están en la política; en mi caso es mejor estar en este trabajo que tomar otros caminos; estamos trabajando honradamente”, mencionó.


Confirmó que su dedicación, su compromiso y sus ganas de trabajar le han permitido ganar la confianza de los usuarios, imponiéndose al rechazo que generaba inicialmente su presencia tras el volante.


Amparo se siente orgullosa de ser taxista porque este oficio le permite obtener ingresos para solventar los gastos de sus hijas.


“Yo como mujer trato de hacer bien el trabajo de estar frente al volante y ser la diferencia; no vengo a competir con mis compañeros varones, porque no es así; al contrario, vengo a sumarme para que mejoremos, porque de hecho en ese rubro de los taxis falta demasiada capacitación, y yo creo con el tiempo y las ganas vamos a mejorar muchas cosas”, enfatizó.

Durante sus ocho años como taxista Amparo también ha acumulado anécdotas, experiencias e historias dignas de ser compartidas. Cada una de ellas es diferente, y algunas han marcado su vida tras del volante.


Demasiadas anécdotas; todos los días uno aprende algo nuevo, pero yo creo que todas son muy especiales para mí.


Una vez llego un vecino a pedirme un viaje ya que su mamá estaba agonizando y por ser las 23.30 horas, nadie quería llevarlo a Chimaltenango. Me levante encendí el taxi y nos fuimos, lo deje en la casa de su madre 15 minutos después que llegamos ella falleció fue muy triste pero me quedo una gran satisfacción en el corazón por haberlo ayudado.


“Otra vez una señora se iba ahogado, la llevé al hospital y le dieron la asistencia necesaria, y son esas historias que te marcan la vida, no sólo son anécdotas, hay cosas que te enseñan que la vida está en un hilo y uno debe aprender a valorar”, añadió.


El 07 de mayo se celebra el "Día del Taxista Guatemalteco". Con el paso de los años esta actividad se ha transformado, ha evolucionado y, como en muchas otras, se ha despersonalizado. Pero aún quedan muchos taxistas formados en la vieja escuela que son más que simples conductores de un vehículo de motor.


Taxistas que son conversadores amenos y a veces hasta confidentes y cómplices de amores; taxistas que asumen su oficio como un servicio a los ciudadanos y que se sientan frente al volante, dispuestos a enfrentar con la mejor actitud lo que sigue siendo un desafío cotidiano sobre ruedas.


Wendy López

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