El problema de las maras y pandillas va en aumento, cada vez hay más niños y jóvenes involucrados, la mayoría son hombres de las zonas marginales urbanas quienes se integran a estas agrupaciones.
Estas agrupaciones actúan en forma de pequeñas células, denominadas clicas, que operan en determinados territorios o comunidades y cuya organización, actividad y número de miembros varía en cada lugar. En cuanto a las actividades de las maras y pandillas, los gobiernos de la región las señalan de cometer actos delictivos y violentos como extorsiones, robos, asesinatos, tráfico y consumo de drogas, entre otros. Incluso, algunos informes vinculan a la Mara Salvatrucha y a la Pandilla 18 con crímenes internacionales en las fronteras de los Estados Unidos y Centroamérica. Sin embargo, no siempre se tiene la certeza sobre estos señalamientos debido a las deficiencias de la investigación criminal y la persecución penal del sistema de justicia , fiscalía y organismo judicial.
Además, el problema empeora debido a la proliferación de armas de fuego y a la expansión del crimen organizado. En diversidad de ocasiones, las autoridades asocian las maras y pandillas juveniles con las bandas del crimen organizado, sin comprobar dicho vínculo.
Los niños son reclutados desde los 6 años para el "transporte de drogas, armas y mensajes entre pandillas", dijo al diario Siglo21 el viceministro de Prevención y Niñez del Ministerio de Gobernación (Interior).
El viceministro detalló que, según una investigación realizada a pedido de su cartera, las pandillas también reclutan a adolescentes de entre 13 y 17 años para cometer homicidios, y que incluso se han registrado algunos casos de menores de 11 años.
El funcionario aclaró que a los jóvenes que comenten un crimen no se les puede llamar sicarios, pues "ellos no ofrecen el servicio de matar, sino que son obligados".
La clica “Los Cholos” de la Mara 18 se dedicó por mucho tiempo a cometer todo tipo de ilícitos en Colinas de Sacoj, zona 6 de Mixco, pero las acciones más recurrentes eran dos: reclutar a sus filas a cuanto menor podía y “mientras más pequeño mejor”, indican fuentes de la Policía Nacional Civil (PNC) que los investigaba.
El género del niño o niña era importante para el grupo. En el primer caso los armaba y les enseñaba a asesinar violentamente; en cambio, a las menores, las obligaba a recoger extorsión y las abusaban sexualmente, refieren las investigaciones.
De acuerdo con las pesquisas, la forma de operar del grupo era como casi todas las estructuras del crimen organizado, utilizaba el recurso del miedo para amedrentar a las familias y a sus hijos para que prácticamente conformaran la banda delictiva.
Según los informes policíacos, los afectados por esta clica preferían callar por temor y aguantar los vejámenes de los que eran objeto.
Leonel Dubón, director de Refugio de la Niñez, explica que las maras son consideradas como tratantes de personas, debido al reclutamiento forzoso que hacen de los niños y adolescentes.
Según el activista, este flagelo está dentro de las 16 modalidades de la trata de personas, ya que no se limita únicamente a la actividad que realizan las fuerzas armadas militares en otros países.
“El reclutamiento forzoso, que es la modalidad más fuerte en las maras, no se aplica solo para las fuerzas militares, también es reclutar niños para explotarlos y obligarlos a extorsionar, a cometer otros delitos, manteniéndolos esclavizados bajo otras razones”, indica Dubón.
El entrevistado lamenta esta situación, pero principalmente la de las adolescentes que son utilizadas para delinquir, pero también para ser abusadas sexualmente por los líderes de las maras.
“Desafortunadamente a la mujer siempre se le ve como un objeto, la utilización de las niñas por los grupos de maras también es dolorosa porque no solo las utilizan para recoger extorsiones, sino a lo interior de los líderes de las maras. Es una doble o triple utilización desafortunada de las niñas, por su estado de vulnerabilidad”, indica.
El director del refugio, manifiesta con preocupación que muchas de las menores que se reportan como desaparecidas no son localizadas, pues es evidente que los grupos de la delincuencia organizada están detrás de esto.
“Hemos visto con mucha preocupación la cantidad de alertas Alba-Keneth que se emiten, en casos de niñas que no aparecen, y nosotros nos preguntamos ¿quién las tiene? o ¿quién tiene la capacidad de retenerlas por tanto tiempo?, definitivamente tienen que ser personas que tengan capacidad de organización y en nuestro país las pandillas ya tienen ese nivel”, reitera.
Sandra Gularte, representante para la Prevención de la Trata de Personas de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), dice que el Ministerio Público (MP) ya conoce dos casos de reclutamiento forzoso; aunque es una estadística aparentemente pequeña, la situación empieza a lanzar una advertencia.
“Se han registrado dos casos de personas menores de edad que están siendo reclutados a la fuerza, para ser parte de organizaciones o pandillas del crimen, obligándolos a la extorsión, y esto es una nueva modalidad; aunque no hay una cantidad grande de denuncias sobre el hecho, se cree que hay un alto porcentaje de los jóvenes que los fuerzan a integrar a las maras o crimen a través de amenazas de muerte contra ellos o su familia”, dice.
ENTRENAMIENTO, PERFIL, CONSECUENCIAS Fuentes de la Unidad Nacional contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas (Panda), explican que mientras más pequeño es un niño, puede ser “mejor utilizado” por las clicas de pandillas.
Existen casos donde hay menores de diez años que pasan desapercibidos por las autoridades, pero desafortunadamente han tenido un adiestramiento de las bandas organizadas.
Según se indica, los barrancos, terrenos baldíos y cementerios, son los lugares favoritos de los adultos que enseñan a disparar a los menores.
De acuerdo con las fuentes, “la ira, el miedo, o la falta de control de emociones”, son factores que empoderan a los menores para desenvolverse en este ambiente hostil.
Juan Pablo Ríos, asesor de la Fuerza de Tarea contra Sicariato, explica que los adolescentes que se involucran con el crimen –con un perfil en específico–, una vez traspasan los límites, buscan posicionarse en la estructura del crimen.
“Son gente que ha estado expuesta en su entorno a lo que finalmente terminan siendo, son gente que no ha tenido ningún tipo de oportunidad, gente que ha tenido hermanos, primos, madres, compañeros de cuadra, que han estado relacionados a algún tipo de actividad delictiva y que ellos crecieron con ese concepto, no me extraña que luego se animen a delinquir, una vez hayan probado el reino que tiene el crimen en este país se motivan a pasar cualquier tipo de ruta normal”, explica.
Elías Pumay, asesor de la Fuerza de Tarea contra Extorsiones, indica que debido a la legislación vigente que sanciona con una pena mínima a un menor de edad con antecedentes delictivos graves, las estructuras criminales reclutan a este sector de la población.
Mónica López
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